Se trata de uno de los debates más de moda en los últimos años. El auge de los smartphones nos ha metido un ordenador en el bolsillo que se puede utilizar con una sola mano, con toda la web a su alcance y aplicaciones de todo tipo a sólo dos pulsaciones de distancia. Y claro, resulta que los más pequeños quieren uno de esos, lo cual lleva a la gran pregunta del millón: a qué edad comprar a un niño un smartphone o una tablet.
Muchos niños empiezan a pedir los dispositivos de sus padres a una edad muy temprana, pero la doctora Carolyn Jaynes recuerda que por debajo de los dos años los niños aprenden más y mejor de sus experiencias con el mundo real, y que cada minuto que se pasan jugando con un una pantalla son minutos que no interactúan con elementos reales, una parte básica de su desarrollo. Sin embargo, también asegura que a partir de los tres años muchos niños ya pueden beneficiarse del contenido educativo de muchas aplicaciones, que tratan de enseñar ideas y conceptos a través de la repetición.
En un ambiente controlado, un niño de entre cuatro y cinco años puede usar perfectamente un teléfono o tableta, explica Jeannie Galindo, supervisora del Instituto Tecnológico del Condado de Manatee. El ambiente sin control es otra cosa, y no recomienda comprar un teléfono inteligente a los niños hasta los 11 o 13 años.
El padre debe involucrarse en el uso del dispositivo
Además, es muy recomendable involucrarse en el uso que hacen los niños de los aparatos electrónicos, compartiendo y comentando con ellos su experiencia, y limitar el uso de los terminales a áreas comunes donde se pueda monitorizar fácilmente el uso que los pequeños hacen de ellos, evitando su uso, así como el de ordenadores y televisiones, en el dormitorio. Además, los padres son siempre un ejemplo a seguir, con lo que apagar el teléfono un rato y pasar con ellos un rato lejos de las pantallas es una gran idea.
Ajustar el tiempo que los pequeños pueden hacer del teléfono o tableta también es importante. Galindo recomienda no más de media hora seguida para los pequeños de cuatro o cinco años, y no más de una hora para los menores de ocho años. Evidentemente, a medida que van creciendo se debe ir dando una mayor libertad a la hora de usar los dispositivos, especialmente si muestran responsabilidad en el uso. Para los mayores, chicos de entre 14 y 15 años, no es recomendable el uso más de dos horas consecutivas si es, por ejemplo, para jugar, pero si el uso que hacen es para los estudios, obviamente este se puede ampliar.
Adecuando el contenido y el dispositivo a los pequeños
El enorme contenido, no todo adecuado para los pequeños, al que se puede tener acceso desde cualquier tableta puede ser uno de los puntos que más inquieten a los padres, por eso Google está trabajando en formas de ajustar sus aplicaciones a los más pequeños. Hace apenas unas semanas se lanzó Youtube Kids, una versión de su plataforma de video, la más grande del mundo, especialmente diseñada para niños, filtrando el contenido e incluyendo opciones como un temporizador para limitar su uso. Google también estaría trabajando en una versión infantil de Chrome, aunque no hay noticia de cuándo estará disponible.
Buscar un dispositivo adecuado para nuestro hijo puede ser una tarea compleja, pero por suerte en el mercado hay un buen número de tabletas pensadas para los más jóvenes, que ofrecen un contenido y una interfaz ajustada para ellos. Además, muchos padres quieren tener una manera fácil de comunicarse con sus hijos y localizarlos, pero les parece prematuro comprarles un teléfono. Para ellos se ha pensado FiLIP, un smartwatch que permite al pequeño llamar hasta a cinco contactos de confianza e incluye un localizador por GPS. El dispositivo de momento sólo está disponible en EEUU, pero Movistar anunció en el MWC un acuerdo para distribuirlo en Europa y Latinoamérica.
En el futuro, los que ahora son pequeños se van a tener que enfrentar a un mundo tremendamente digitalizado -ya lo hacemos nosotros, imaginad ellos- por lo que es muy importante que se acostumbren a ese entorno. Sin embargo no nos podemos olvidar de la importancia del mundo físico y social que nos rodea. Por eso, encontrar un equilibrio en su educación entre lo digital y lo físico es fundamental.
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